NO a la Impunidad
Barrios Altos, 10 años después

Barrios Altos, 10 años después

Fuente: La republica del 23/08/2001

El 5 de noviembre de 1991 la ciudad de Lima quedó conmocionada por el horror: quince personas, asistentes a una pollada que se llevaba a cabo en Barrios Altos, habían sido asesinadas y rematadas por los miembros de un misterioso comando, en tanto que otras cuatro habían quedado gravemente heridas y debían su salvación a que los agresores las creyeron muertas.

En el editorial de condena a la masacre (LR, 6/11/91), escribimos: "Estamos ante un nuevo tipo de violencia, no registrado antes. Los sobrevivientes hablan de una decena de sujetos de contextura atlética, portando fusiles y armas cortas, todas provistas de silenciador. Los criminales habrían estado comandados por dos cabecillas cubiertos con pasamontañas y llegaron a bordo de dos vehículos con circulinas".

Y a continuación: "Estas características permitirían descartar que la masacre sea obra de alguno de los dos grupos subversivos que existen en el país. Ninguno de ellos ha actuado hasta hoy utilizando silenciadores, a lo que hay que agregar que este tipo de crimen colectivo no ha sido cometido hasta hoy por el MRTA. En cuanto al senderismo, perfectamente capaz de esto y cosas peores, siempre ha colocado a mujeres al frente de sus escuadrones de aniquilamiento".

Más adelante: "Por eso la sospecha más consistente en torno a este crimen colectivo se encuentra ligada a la actuación de grupos paramilitares. ¿Son los mismos que se dedican a asesinar por medio de sobres-bomba u otros mejor pertrechados? No lo sabemos. Pero creemos que las investigaciones del caso debieran dirigirse hacia las personas e instituciones que pueden disponer de silenciadores en el país. Y se justificaría plenamente que el Parlamento nombrara una comisión investigadora".

La República, entonces, no cayó en la trampa que intentó sindicar este crimen atroz como obra de los grupos terroristas. Pero todavía estábamos lejos de conocer la existencia del Grupo Colina, autor de la masacre. Eso vino después, y con ello la revelación de que este horrendo episodio había sido propiciado y autorizado desde el Estado, con conocimiento de altos jefes militares e inclusive del propio Alberto Fujimori.

Esa verdad se abrió paso lentamente, y culminó de un modo ignominioso que también condenamos en los términos más severos: la amnistía por parte del Congreso fujimorista de los por entonces ya identificados miembros del grupo paramilitar Colina, autor de la masacre de Barrios Altos y del exterminio de los 10 universitarios de La Cantuta, entre otros crímenes que la dictadura dejó en la impunidad.

La justicia tarda, pero llega. Y llegó vía un pronunciamiento de la CIDH de San José, la que declaró nula y sin efectos la amnistía otorgada, haciendo posible el juzgamiento de los miembros del Grupo Colina. Al mismo tiempo, se firmó un acuerdo con el Estado peruano para que los familiares de las víctimas de Barrios Altos y los sobrevivientes de la masacre fueran indemnizados.

Pero para que ello fuera posible tuvo que retornar la democracia, existir un Congreso que volvió a reconocer la competencia de la CIDH, un Gobierno Transitorio respetuoso de la ley y de los acuerdos de la Corte y un gobierno democrático que ayer ha honrado la palabra empeñada por el Estado e indemnizado a los sobrevivientes y familiares de las víctimas.

A casi diez años de este episodio atroz, los deudos y sobrevivientes del crimen de Barrios Altos han recibido una cantidad simbólica que les permitirá acaso rehacer sus vidas. Ella no reemplazará jamás la ausencia de sus familiares ni su afán de justicia, pero es un primer paso en la gigantesca tarea por cumplir con las víctimas de la violencia.

El presidente Toledo ha dicho palabras justas en su mensaje de ayer a las víctimas de la guerra interna, necesitadas de paz y reconciliación, pero también de ayuda efectiva del Estado. En este sentido, nos parece bien que se cree un Fondo con los millones de dólares recuperados de la corrupción, que no irán a la caja fiscal sino que servirán para compensar a las víctimas de la violencia.

También ha hecho pública la voluntad del Estado de hacerse cargo de las necesidades de salud y educación de estos peruanos olvidados y la construcción óuna vez que se logre la autorización municipaló de una estela en recuerdo a los caídos en Barrios Altos. Queremos creer que por fin se atiende una reivindicación largo tiempo reclamada.

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