Cuestiones de IDENTIDAD
Verdaderas causas de la caída de los Incas

 

Verdaderas causas de la caída de los Incas

Fuente: La Republica del 15/07/2001 (Por Juan José Vega)

Se ha estimado comúnmente que la Conquista del Imperio de los Incas acabó con la ejecución de Ataohualpa; y así se enseña todavía. Pero no existe afirmación más falsa. La verdad es que cuando el Inca fue agarrotado en Cajamarca, las guerras de los conquistadores contra los caudillos indígenas no se habían iniciado aún.

En efecto, fue sólo con el anuncio de la ejecución de aquel monarca indígena cuando sus generales, muerto ya su señor óliberados por lo tanto de toda promesa de pasividadó, empezaron las campañas contra los cristianos. Se iniciaron entonces las cruentas guerras de la Conquista del Antiguo Perú, prolongado proceso de cien batallas ignoradas aun por nosotros los peruanos. Gloriosa resistencia, silenciada en la Historia Oficial, que nos enorgullece con varios triunfos incaicos sobre las armas hispánicas; especialmente con encuentros bélicos de suerte diversa durante la guerra de reconquista iniciada por Manco Inca (1536-1544). Epicas campañas en las cuales se formó un audaz pelotón de caballería incaica y una elemental arcabucería; larga lucha que sólo habría de cerrarse con el asesinato de Manco Inca en las montañas de Vitcos (muy probablemente Machu Pichiu) a fines de 1544.

Tales afirmaciones sobre triunfos nativos no deben extrañar. La Conquista Española fue, en realidad, el fruto de varias guerras y se logró en un dilatado ciclo, muy sangriento, durante el cual brilló el valor de un pueblo óel cusqueño esencialmenteó que se resistía a la dominación extranjera. Etapa aquella en la cual, asimismo, resaltó la astucia de los capitanes invasores por encima de las virtudes de sus soldados, pues los conquistadores si bien utilizaron en un primer momento a miles de indios centroamericanos, así como a cantidad de negros africanos, pronto supieron obtener un apoyo más efectivo entre los propios indios del Imperio Incaico. En efecto, apareciendo como dioses entre 1532 y 1534, y ofreciendo restablecer autonomía y privilegios, engañaron a numerosos caciques provincianos y consiguieron la adhesión de régulos indígenas a menudo enemigos del Cuzco.

En verdad, el Imperio Incaico se derrumbó ante un cuádruple proceso demoledor en los mediados del siglo XVI: la agresión española, que buscó imponer los moldes occidentales a sangre y fuego; la guerra civil incaica, que se entremezcló con la invasión hispánica; la sublevación generalizada de todas las aristocracias no incas, vale decir las de las colectividades o naciones conquistadas por los reyes Incas desde 1450. Las de los cañaris, chachapoyas y huancas, de sobremanera; y el alzamiento de gran parte de los yanas, o "esclavos" incaicos, que conformaban una pequeña minoría de la población, pero con una decisiva capacidad de acción como la de los yana-guerreros, soldados que se levantaron contra sus amos al lado de Ataohualpa, en pos de privilegios.

 

Indios contra indios

Tal fue en realidad el secreto de la rápida conquista del Tahuantinsuyu; porque las guerras de la penetración castellana eran, esencialmente, sanguinarias campañas de unas confederaciones tribales contra otras. Atroz contienda entre indios; guerras civiles que los españoles aprovecharon hábilmente y sin escrúpulos. Anarquía política que supieron reforzar a través del atizamiento del espíritu levantisco de numerosos régulos indígenas contra el orden imperial incaico. Cientos de miles de indios cayeron combatiendo entre síÖ Como todo Imperio, el forjado por los Incas fue un Estado constituido por diversas "nacionalidades". Vastos señoríos separados a menudo por diferentes lenguas, dioses, costumbres, artes y tradiciones. Eran federaciones cuyas altivas aristocracias, vencidas poco tiempo atrás por los Incas, apenas si habían permanecido hasta entonces sujetas mediante la férrea autoridad imperial y las guarniciones incas. No mucho antes de la llegada de los españoles, varias de esas federaciones aborígenes se habían rebelado contra el Cuzco, dirigidas por sus aristocracias tradicionales, que a veces eran más antiguas que la nobleza imperial.

La verdad es que no existía sentimiento nacional en ese océano social de casi seiscientas lenguas y dialectos, con miles de ídolos rivales, que se extendía desde Pasto hasta Arauco. Los formidables caminos y la imposición del quechua como segunda lengua a ciertos grupos superiores no bastaron para dar unidad a tantas colectividades en un corto lapso histórico. Los curacas sometidos por los Incas no vacilaron en dar su decidida adhesión a "los cristianos" recién venidos que les ofrecían autonomía local, fingiéndose dioses, entre corceles y temibles disparos que apuntaban sobre el trono de los Incas. Por eso numerosos caciques vieron en los españoles no a los conquistadores que en realidad eran, sino a libertadores, tal como se presentaban. Como redentores, esos españoles se ganaron desde un inicio a los jefes de las pujantes confederaciones tallanes, chachapoyas, cañaris, huancas y collas; también a los chimúes. Otras tribus no incas quedaron neutrales, sin saber bien qué hacer en tan imprevista situación.

La Conquista Española tomó así forma de insurrecciones regionales contra la nación inca de Cuzco y Quito y de otros poderosos núcleos creados por los cuzqueños; tal sucedió sencillamente porque el Imperio se hallaba apenas incaizado. No existía, repetimos, conciencia nacional, ni podía haberla entre pueblos tan distintos, que sólo el esfuerzo incaico unió en medio siglo de continuo batallar. El enorme imperio se desintegró, pues, con relativa rapidez ante el ataque español porque hubo muchísimas "patrias" debajo de la aristocracia guerrera incaica. El de los Incas, como todo Imperio, contenía en su seno innumerables naciones, y, lo que fue peor, mal soldadas, apenas unidas en un breve período de sujeción imperial: setenta años, en promedio.

Por eso, si bien el Cuzco y los cuzqueños fueron un modelo de combatividad y resistencia por varios años, y contra miles de conquistadores que fueron llegando, el Imperio en cambio fue "un coloso con pies de barro".

Es el propio Garcilaso quien reconoce esa debilidad estructural del Estado que crearon sus bisabuelos, la debilidad de haber sido un Imperio constituido "por tanta variedad de naciones diversas y contrarias". Cieza de León ahondó, asimismo, en el estudio de esas naciones aborígenes de esas "patrias" nativas, como él las calificó. Obviamente, la cohesión imperial incaica habría sido muy superior un siglo después, por fijar un tope. Los españoles habrían encontrado un Imperio mucho más cuzqueñizado, bastante más incaizado. La resistencia en este caso hipotético habría sido mucho mayor. Pero no ocurrió así. En 1532 casi únicamente luchó el Cuzco, creador del Imperio.

Cabe reconocer que los estudios históricos no ayudan en el Perú a ver las cosas con claridad, ni siquiera los que se efectúan en las universidades. Sobre todo porque estamos acostumbrados a pensar en términos de indios y no de huancas, cañaris, chimúes, tallanes, chinchas, aimaras, huailas y decenas de naciones más; quizás doscientas. Y esto confunde terriblemente los conceptos, porque "indio" no sólo es término extranjero y equívoco cuando se aplica al incari, sino también errado por igualar lo disparejo: es óvaya una comparaciónó como llamar blancos a todos los europeos, sin apreciar sus diferencias y rivalidades tan profundas.

 

 

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