Ecos de la Resistencia
Estado de emergencia en el Perú

Pachacútec con las manos ensangrentadas.

Fuente: Por Raúl A. Wiener

Pachacútec con las manos ensangrentadas.

Se ensangrentó más rápido de lo que podía haberse supuesto. Se ensangrentó con la sangre de jóvenes puneños.

Como para demostrar que el que juega con fuego, es decir con estados de emergencia y militares controlado el país, nunca sabe por donde caerán las primeras víctimas. ¿Así que el problema era restituir el libre tránsito en las carreteras?

¿Y qué hacían entonces los soldados matando universitarios en el centro de la capital del Altiplano?

¿Qué carretera se bloquea desde la plaza de armas?

¿Qué gobernabilidad estaba en juego para que los rifles vomitaran fuego sobre chicos de 20 años?

Cobardes.

Mil veces cobardes.

Por no tener coraje para ajustar el pago de la deuda.

Por no tenerlos bien puestos para cobrarle tributos a las grandes empresas.

Por haber temblado ante los reclamos empresariales.

Por dejarse aturdir por la prensa de derecha.

Por entregar el control del país otra vez a los militares.

Este es el resultado.

Pachacútec con las manos ensangrentadas.

El país que acompañó a Toledo en los cuatro suyos está ahora a un lado, en el mismo que estuvo siempre; en la otra vereda el caudillo teatral que amagó hacia el pueblo y que se ha convertido en su verdugo.

Tremenda lección sobre la improvisación y la demagogia.

No señores, las huelgas, las marchas, los bloqueos no amenazan la democracia; son parte de ella. Lo que amenaza la más elemental convivencia y tiende a disolver el país, es la falta de gobierno, de rumbo claro, el sometimiento a todas las presiones, el toledismo, en una sola palabra.

Ahora estamos abiertamente en la disputa.

La derecha está utilizando a Pachacútec devaluado para abrirse camino hacia un nuevo gobierno. Una alternativa autoritaria que se prepara a todo tren en reuniones de empresarios y políticos reaccionarios, que discuten su programa básico:

Orden, a cualquier precio.

Ni un sólo cambio al modelo económico.

Fin de las investigaciones sobre corrupción que afectan a los grupos económicos y arreglo con los actuales mandos de las fuerzas armadas para dejar los juicios donde están.

Esta es la ofensiva y frente a ella lo más inútil es empeñarse en creer que aún en estas circunstancias salvar a Toledo tiene algo que ver con preservar la democracia.

¿Qué democracia?

¿La que se cae en pedazos, se niega a tratar las necesidades de sus propios electores, la que va cercenando sus libertades, la que entrega el control del país a los que disparan los fusiles contra estudiantes desarmados?

No señor, aquí hay que demostrar un camino alternativo para un cambio que se viene de todos modos de aquí a un tiempo:

Libertades políticas sin recortes.

Participación de las organizaciones populares en el poder.

Reestructuración del presupuesto de la república.

Renegociación de la deuda y reestructuración del sistema tributario.

Solución a las reivindicaciones.

No a la represión.

Nueva legislación y nuevos tribunales para juzgar la corrupción. Comisión independiente de investigación sobre los hechos corruptos de los últimos 25 años.

Ni derecha autoritaria ni Pachacútec con las manos manchadas de sangre. El Perú debe buscar su propio camino.

 

 

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