Comisión de la VERDAD
Más de un centenar de muertos en una fosa común descubierta en las alturas de Huanta

Setiembre, 1984 Putis bajo tierra

FuenteLa Republica Suplemento Domingo del 17/08/2003 

Setiembre, 1984 Putis bajo tierra

Familiares de las víctimas esperan que el Ministerio Público acelere investigaciones.

Más de un centenar de muertos en una fosa común descubierta en las alturas de Huanta.

Putis es una de las comunidades más alejadas del distrito huantino de Santillana. Ubicado a 3,600 metros sobre el nivel del mar, este poblado fue prácticamente arrasado entre 1983 y 1984 por columnas de Sendero Luminoso y efectivos del Ej ército. 

SL asesinó a las autoridades y obligó a los comuneros a vivir en las zonas más altas, en plena puna, donde no podían cultivar y a menudo no tenían qué comer. 

Una mañana de setiembre de 1984, los militares reunieron a los pobladores de Putis y de los anexos cercanos de Cayramayo, Vizcatanpata, Rodio y Orccohuasi, y les ofrecieron protección. Luego los invitaron a participar de una faena comunal para hacer una piscigranja cuyo primero paso, les dijeron, consistía en cavar una enorme poza. Tal vez muchos de ellos sospecharon, pero el miedo les impidió escapar. Una vez cavada la poza, los militares dispararon contra los comuneros. 

Un licenciado del Ejército, que formó parte de la patrulla, corroboró la masacre. Él fue testigo de cómo la poza se convirtió en la tumba de más de cien campesinos. "Me daba mucha pena, porque era gente como yo, pero no podía hacer nada, porque ellos me hubieran matado a mí también", sostuvo. Gerardo Fernández, comunero de Cayramayo, guió a La República hasta Putis, y tras ocho horas de camino ubicó el lugar. Piedras de cascajo rodeaban la tierra cubierta de vegetación que sella la fosa. Distinguimos el cráneo de un niño, la mandíbula de un adulto, otros restos óseos semienterrados, y vestigios de ropa y calzado. 

En Putis, donde solían vivir alrededor de 800 comuneros, habían entonces sólo tres mujeres con sus hijos. A pesar del tiempo transcurrido, las mujeres lloran por sus padres, por sus hermanos, por sus hijos, a los que cada 2 de noviembre velan, juntando los restos en ritual conocido como "tapadito". Gerardo Fernández, quien perdió a su madre y uno de sus hijos, aseguró que él no podrá sentirse tranquilo hasta que se haga justicia, hasta que se sancione a los oficiales el Ejército que participaron en la masacre, a quienes identificó por los seudónimos de "Lalo", "Bareta" y "Óscar". 

Tras la denuncia de La República, la Fiscalía Mixta de Huanta inició una investigación que hasta la fecha no ha tenido resultados significativos. Actualmente el caso está en la Segunda Fiscalía Especializada de Huamanga.

 

 

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