Comisión de la VERDAD
Álvaro Artaza Adrianzén Increíble: "Camión" estaría en Lima

 

FuenteLa Republica Suplemento Domingo del 17/08/2003 Por Edmundo Cruz

Es acusado de ordenar el asesinato del corresponsal de La República Jaime Ayala Sulca, quien fue visto por última vez el 2 de agosto de 1984, antes de ingresar en la base que la Marina había instalado en Huanta.

Según fuentes confidenciales, el capitán de fragata Álvaro Francisco Serapio Artaza Adrianzén, conocido con el apelativo de "Comandante Camión", podría haber regresado clandestinamente al país.

Artaza fue jefe político-militar de las provincias de Huanta y La Mar, entre junio y setiembre de 1984, y fue presuntamente secuestrado en Lima el 2 de febrero de 1986, y desde entonces desapareció. Su ingreso podría haberse registrado el pasado 9 de julio por el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, usando el pasaporte número 035211359, correspondiente a su hermano Hernando Artaza Adrianzén, residente en Los Ángeles, Estados Unidos. De acuerdo con lo que se lee en la boleta de migraciones el usuario de ese pasaporte proyecta una estancia en Perú de 60 días, hasta el 7 de setiembre próximo. 

Álvaro Artaza Adrianzén, "comandante Camión", es acusado de haber ordenado la detención el 2 de agosto de 1984 y el posterior asesinato del joven periodista Jaime Ayala Sulca, corresponsal del diario La República en Huanta, Ayacucho. La posibilidad de que se encuentre en el Perú tiene ribetes fantásticos, porque legalmente Álvaro Artaza Adrianzén fue declarado muerto, según resolución publicada en el diario oficial El Peruano, el 19 de febrero de 1989. 

En los Registros Públicos de Lima y Callao, en la ficha número 97740 del Registro de Declaratoria de Herederos, se señala el 2 de febrero de 1986 (el día del supuesto secuestro) como fecha del fallecimiento de Álvaro Artaza Adrianzén. Esa ficha reconoce como sus herederos legales a doña Ana María Meza Gonzalo y a Álvaro Santiago Artaza Meza.

Se esfumó 
El 2 de febrero de 1986 -según reportó a su momento La República-, cuatro desconocidos armados de revólveres secuestraron al comandante Álvaro Artaza Adrianzén en la esquina de la calle 6 y el jirón Ayacucho de la Urbanización Liguria, en Surco. 

El marino viajaba con su hermano Hernando en una camioneta Datsun de doble cabina. Pararon en esa esquina para que éste comprara una gaseosa en la bodega "don Carlos". De pronto, un hombre alto y rubio, de tez blanca y bigotes se acercó a la ventanilla y encañonó al oficial de la Armada. Otros tres sujetos de raza mestiza subieron a la camioneta y secuestraron al comandante Artaza. Un Volkswagen gris, sin placa de rodaje, escoltó al Datsun que se esfumó. Ni el plagiado, ni los secuestradores, ni el vehículo fueron jamás habidos. 

El extraño rapto ocurrió inmediatamente después de que la Corte Suprema dirimiera una contienda de competencia a favor del fuero común para el juzgamiento del capitán de fragata Álvaro Artaza Adrianzén, ascendido mientras era juzgado. 

El "comandante Camión" era procesado por la matanza de evangélicos en Callqui, la desaparición de Jaime Ayala y las fosas de Pucayacu. 

En realidad, cada vez que la justicia común citó a Artaza por medio del Ministerio de Marina, se dieron respuestas como ésta: "Está en comisión de servicio en Estados Unidos". 

"Camión" llegó a declarar ante la policía de Huanta. También le tomaron una ampliación de declaración indagatoria en el cuartel general de la Marina. Legalmente, sin embargo, contra el presunto fallecido subsiste una vieja orden de detención que podría hacerse efectiva.

 "Camión" tiene dos hermanos residentes en los Estados Unidos: Hernando y Reynaldo (Los Angeles 442 South Mariposa Ave. 101). Los pasaportes de ambos registran periódicos viajes al Perú. La versión confidencial que obtuvo La República indicó que "Camión" programaba instalarse en Punta Sal, pero los hoteles no registraron el nombre que podría estar usando. 

También su hijo Álvaro Santiago Artaza Meza y su esposa Ana María Meza visitan Estados Unidos una o dos veces al año, religiosamente.

Ayala en el estadio 
Desde que Jaime Ayala Sulca, corresponsal de La República en Huanta, desapareció el 2 de agosto de 1984, la versión más creíble sobre su asesinato proviene de un miembro de la Marina que observó los hechos desde el interior del Estadio de Huanta, donde prestaba servicios al lado del comando. Allí tenía su sede el Batallón de Infantería de la Marina, al cual Ayala ingresó esa mañana para nunca más salir. 

"Ayalita vino a reclamar porque la casa de sus padres había sido allanada. El comandante ëCamióní (capitán de corbeta Álvaro Artaza Adrianzén) fue informado y un infante salió a recibirlo. Adentro lo detuvieron y comenzaron a interrogarlo, pero se les pasó la mano", relató el testigo de excepción. El ministro de Marina llamó al jefe de la base y éste ordenó a "Camión" que entregara al periodista, pero el comandante se negó tercamente. 

Su equipo de inteligencia, que se encargaba de los maltratos, entre ellos "Peluca", había dejado a Ayala en condiciones impresentables. Si lo entregaba así golpeado, "Camión" se iba a meter en un lío. Así que cuando supo que el Fiscal de la Nación de ese entonces, Álvaro Rey de Castro, y el secretario general del Ministerio Público, Fernando Olivera, se dirigían al Estadio en busca de Jaime Ayala, el capitán de corbeta Álvaro Artaza Adrianzén, alias "Camión", tomó la criminal decisión de asesinar al periodista. 

La orden se cumplió en la víspera. Probablemente después de almuerzo. El encargado de la ejecución fue un evangélico. En esto hay algo de sarcasmo cruel porque la presunción del día en las filas de los marinos era que Sendero había infiltrado las comunidades evangélicas. 

Según la versión del testigo de excepción, a Jaime Ayala lo habrían matado a golpes, luego seccionaron su cuerpo y después habrían enterrado sus restos en diferentes puntos del estadio.

¿Centro vacacional? 
Cuando llegaron los fiscales, el cuartel se había transformado. "Camión" había impartido esta directiva: "desaparezcan el calabozo, saquen pasto, levanten la malla de vóley, jueguen pelota, pongan música. Que esto parezca un centro vacacional". 

La anécdota es que cuando Fernando Olivera recorrió las instalaciones acompañado de los familiares de Ayala se encolerizó por la música y pidió que la apaguen. Hay "gente doliente, de luto", alegó. Guardaron silencio, pero "Camión" escuchó y ordenó que continuara el bullicio. Así se hizo. La versión sostiene que después de la ejecución, "Camión" cometió la perversión de preguntar al ejecutor cómo se sentía. En esos escenarios no se exterioriza el miedo. "Yo también lo hubiera hecho, o lo habría hecho mejor, o más rápido", fueron algunos comentarios. Al día siguiente llegaron los fiscales y no encontraron indicios del crimen.

 

 

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